México y el mundo, despiden a Chavela Vargas la ‘Excelentísima e Ilustrísima Señora’
Bohemia, con una voz muy personal y cercana a su pueblo, Chavela Vargas, no le temía a la muerte y sabía que nada quedaría de ella sobre la tierra, como expresa la poesía náhuatl, una lengua uto-azteca de agradable sonido. Expresó años atrás en un reportaje que le realizó La Nación, que no deseaba ni entierro, ni velorio, sino que la quemaran y que sus restos desaparezcan. ‘Que nadie sepa pa' dónde me fui. Y si me quieren encontrar, que escuchen mis canciones, que ésas vivirán eternamente.’ Tal vez porque para ella morir era estar en otra dimensión, nada más.
Isabel Vargas Lizano, tal su nombre real, nació en San Joaquín de Flores, Costa Rica, el 17 de abril de 1919. Su infancia fue difícil y luego de que sus padres se divorciaran, peregrinó de la casa de sus tíos hasta que deja a los 14 años Costa Rica y en México, trabajó en distintos oficios, cantando varios años en las calles. Con su estilo particular, su voz áspera, su particular vestimenta estilo indio, recorrió México, donde se la llamó "la Vargas" y tiempo después también ‘la dama del tequila’. En los 50 decidió cantar en forma profesional y con José Alfredo Jiménez, considerado el mejor compositor mexicano de música ranchera, comenzó su carrera. Hubo silencio en los escenarios desde 1970 a 1991. Fue distinguida en España por la Universidad de Alcalá de Henares como "Excelentísima e Ilustrísima Señora", además de participar en la banda de sonido de numerosas películas. Su voz por momentos, es un lamento, un ruego, un hondo dolor.
Amiga de Frida Kahlo y Diego Rivera, dejó rodar leyendas sobre su vida, sabiendo que al morir quedarían varias historias que partían del chamanismo que adoptó por su impronta india, a los amores contrariados. Dijo que la pintora ‘esparcía ternura como flores, sí, como flores. Una gran ternura, una ternura infinita.’
A la hora de definir La música, consideraba que ‘no tiene fronteras, pero sí un final común: el amor y la rebeldía’. Pensaba que ‘Hay que llenar el planeta de violines y guitarras en lugar de tanta metralla’, porque Chavela aclaraba que no era ‘política, ni militante de nada. El canto es mi instrumento. Y lo digo cantando. ‘
Dejó en unos 500 discos impresa su inconfundible voz y estilo para plantarse en un escenario y crear instantes mágicos, de atmósferas cargadas de rituales ancestrales, transformándose en un icono de la canción de México, alimentada por grandes compositores como José Alfredo Jiménez, Agustín Lara, y Alfonso Camín, entre otros.
De la mano de Pedro Almodóvar incursionó en el cine con personajes a su medida. Transgresora con su ligero equipaje, en los años 35 usaba pantalón y poncho, un atuendo no aceptado aún por la sociedad. El público lo aplaudió como un estilo propio de la singular cantante que solo necesitaba de su voz y una guitarra para deleitar a miles de personas.
Con la intensidad que la caracterizaba, a sus 93 años, llegó a homenajear en España y México a Federico García Lorca. El gran público la ovacionó y aún retumban los aplausos en el instante de la despedida final.
Cantó junto a Joaquín Sabina, Ana Belén y varios artistas internacionales.
Seguramente en los próximos días, irán apareciendo varias de esas historias que ella fomentó para no quedar en el olvido. No obstante estas palabras dichas en Argentina, serán el corolario a esta nota, junto a las letras de algunas canciones. -Este es un camino que no tiene fin. Yo lo estoy empezando. No termina; es infinito porque cuando uno está cerca del final es un vuelta a empezar. Ese es el cosmos; ésa es la vida.
Piensa en mí
Si tienes un hondo penar, piensa en mí:
si tienes ganas de llorar, piensa en mí.
Ya ves que venero tu imagen divina,
tu párvula boca que siendo tan niña
me enseño a pecar.
Piensa en mí cuando sufras, cuando llores
también piensa en mí, cuando quieras
quitarme la vida, no lo quiero para nada,
para nada me sirve sin ti.
Piensa en mí cuando sufras, cuando llores,
también piensa en mí. Cuando quieras
quitarme la vida, no la quiero para nada,
para nada me sirve sin ti.
Piensa en mí cuando sufras, cuando llores
también piensa en mí, cuando quieras
quitarme la vida, para nada, para nada
me sirve sin ti.
si tienes ganas de llorar, piensa en mí.
Ya ves que venero tu imagen divina,
tu párvula boca que siendo tan niña
me enseño a pecar.
Piensa en mí cuando sufras, cuando llores
también piensa en mí, cuando quieras
quitarme la vida, no lo quiero para nada,
para nada me sirve sin ti.
Piensa en mí cuando sufras, cuando llores,
también piensa en mí. Cuando quieras
quitarme la vida, no la quiero para nada,
para nada me sirve sin ti.
Piensa en mí cuando sufras, cuando llores
también piensa en mí, cuando quieras
quitarme la vida, para nada, para nada
me sirve sin ti.
Te despedimos con canciones Chavelita, con 93 tragos de mezcal y tequila, porque hoy te llevas un poco de todos los bohemios a tu última morada.
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