domingo, 1 de abril de 2012
Aprender a perdonar y seguir avanzando
Debe haber una fuerza extrahumana que nos impulsa a seguir, cuanto todo parece desmoronarse. Hay días en que salimos con una sonrisa en los labios y volvemos con una lágrima colgando en la mejilla. Y no se encuentra ningún oído que escuche, porque es allí donde se limita esa capacidad de amistad que creíamos infinita.
Estamos solos en el dolor, con ese extraño Dios que no vemos, pero que mantiene viva nuestra fe y la esperanza de que aún hay quienes valen lo suficiente para continuar, aunque sean pocos. El resto, esos que nos dañan gratuitamente, que no conocen la palabra respeto y que andan libremente por la vida devastando, aunque sea con soberbia o palabras injustas, necesitamos ignorarlos para volver a empezar. Y también, necesitamos armarnos de mucho valor, para empezar a cambiar lo que nos hiere o nos deja como resultado, el corazón vacío.
Aunque sea difícil entender y descubrir que la violencia tiene muchas formas de expresarse y diversos rostros para sorprendernos.
Vienen a mi memoria estas palabras, que tienen esa dosis mágica del perdón ante la injusticia, para seguir avanzando en positivo.
‘Señor, concédeme la Serenidad para aceptar las cosas que no puedo cambiar, Valor para cambiar las cosas que sí puedo y la Sabiduría para reconocer la diferencia.’
Por eso, surge irremediablemente, esta Oración que tantas veces necesité, como el mejor camino a la serenidad. La escribió San Francisco de Asís y milagrosamente reconforta y calma el espíritu.
Señor, haz de mí un instrumento de tu paz.
Que donde haya odio, yo siembre amor;
Donde haya ofensa, yo ponga perdón;
Donde haya duda, yo ponga fe;
Donde haya error, yo ponga tu verdad;
Donde haya discordia; yo ponga unión;
Donde haya desesperación, yo ponga esperanza;
Donde haya tinieblas, yo ponga Luz;
Donde haya tristeza, yo ponga alegría.
Oh Divino Maestro, concédeme la gracia de no buscar tanto
Ser comprendido como comprender;
Ser consolado, como consolar;
Ser amado, como amar:
Porque dando es como recibimos,
Perdonando es como somos perdonados,
Y muriendo en ti es como nacemos a la vida eterna.
Texto: María Evelia Pérez Nicotra
Imagen: George Washington arrodillado sobre la nieve del duro invierno de 1.777 cuando la comida, ropas cálidas y suministros eran escasos. "Elevemos un estándar en el cual el sabio y honesto puedan reparar; el resto está en las manos de Dios." (Discurso de George Washington a la Convención Constitucional de 1.787). "La Oración en el Valle Forge" fue pintada en 1.976 por Arnold Friberg en honor del año bicentenario de los Estados Unidos.
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Eva Ruiz @evaruizbarrios
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"Le han dicho/con ese hombre/no tendrán dónde/caerse muertos./Le he dicho / tendremos todo el mundo/ donde pararnos vivos". Floridor Pérez